Sigo varias cuentas en Instagram de Nueva York, básicamente para enterarme de planes y descubrir sitios nuevos. Tampoco muchas (lo bueno si breve y tal) pero las suficientes para tener mi dosis neoyorquina en el feed. Y últimamente no paran de publicar fotos de Central Park con esos colores espectaculares de otoño diciendo las ganas que tienen de que llegue ese momento. Y al leerlo pienso que yo no tengo ninguna gana de que pase rápido este mes, estas semanas de otoño. Nueva York no tiene todavía esos colores otoñales de fantasía, pero creedme, está maravilloso así. Eso, y que cuanto más cerca estemos del cambio de hoja, más cerca estaremos de lo que viene después. Y si me venís leyendo sabéis que le tengo pavor al frío neoyorquino. Una vallisoletana como yo, quién lo iba a decir.
Ya hace falta chaqueta (sweather weather, perdonadme pero tenía que decirlo), va anocheciendo cada vez más pronto y las escaleras de esas preciosas townhomes del Upper East Side, esas fachadas tantas veces fotografiadas, empiezan a llenarse de calabazas. Parece una competición: a ver quién pone la entrada más estilosa, las calabazas más bonitas, la decoración más original. A mí, que me encanta pasear fijándome en las casas allá donde esté, me divierte mucho esta especie de fiesta de la calabaza. Y no os quiero contar cómo están las tiendas, a todavía más de 3 semanas de Halloween. América (me encanta).
Cuanto más tiempo llevo en esta ciudad más entiendo el orgullo de pertenencia que siente un neoyorquino. Esta es una ciudad que te inspira, que anima a intentar, a probar y a fallar. Acoge y empatiza. Hay una sección en el New York Times de micro historias protagonizadas por neoyorquinos que me encanta: Metropolitan Diary. No os perdáis esta del pasado domingo, tan entrañable:
Sigo entusiasmada con la oferta cultural que me brinda tener mi carnet de la Biblioteca Pública de Nueva York, que va mucho más allá de los libros: con el carnet tienes acceso a cursos, seminarios, jornadas, exposiciones y a algunos de los mejores museos de la ciudad (la próxima semana he quedado con una amiga para conocer por fin el Met). Estoy de un cultureta que asusto, quién me iba a decir a mí que después de varias intentonas -frustradas- con amigas en España, mi primer club de lectura sería en esta ciudad. En el fondo es un pretexto para quedar a cenar un grupo de españolas, con vino y sin una palabra de inglés. Qué maravilla.
Octubre en Nueva York es amable, sereno, templado. Suena a jazz melódico y huele a sol de otoño y a café solo. Los colores empiezan a cambiar pero lento, que no hay prisa. En el vídeo de esta semana lo podéis comprobar.
Gracias por estar ahí. La próxima semana, más ♥