Septiembre es mi mes preferido. Me gusta todo de él: sus comienzos, su clima, la luz que ya empieza a ser de otoño, esa que lo hace todo más bonito. Fer y yo nos casamos en septiembre: este 24 hará diez años. Así que este septiembre del 2021, en Nueva York, será más especial.
Ya empieza a oler a Otoño y Otoño en Nueva York ya solo decirlo suena bien. Estuvimos viviendo aquí de septiembre a noviembre en el 2017 y tenía unas ganas inmensas de volver a ver esta ciudad vestida de todos los tonos posibles de amarillo, marrón y rojo. Todo lo que os cuente es poco y ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras, así que os lo enseñaré con la cámara de mi móvil. Pero no adelantemos acontecimientos: todavía queda verano por delante y estas escasas semanas hay que saberlas disfrutar.
Por ejemplo, en las terrazas de esta ciudad. En España sabemos -dominamos diría yo- el arte del terraceo, pero hay que reconocerle a Nueva York cómo ha sabido adaptarse a los tiempos pandémicos con terrazas muy apetecibles. Los neoyorquinos han descubierto las delicias del outdoor dining y sobra motivación a la hora de acondicionar los espacios: plataformas aislantes, mucho verde -y tremendas flores artificiales, de las que abusan- y buena iluminación: bombillas y más bombillas. Nueva York está de verbena.
Y nosotros, claro, encantados. El domingo estuvimos cenando en una de nuestra zona. No tuve que mirar la carta, tenía claro lo que quería. Cuando tu comida favorita es la hamburguesa, en Nueva York tienes una ventaja y un problema. La ventaja es que en cualquier sitio que pidas una va a estar buena. El problema es ese mismo. Y ya se sabe, bacon cheeseburguers, unidas a unas galletas en el supermercado de al lado de nuestra casa que no podemos -queremos- dejar de comprar y a todo el resto de (deliciosa) comida basura, puede terminar muy mal. Así que por primera vez en nuestra vida estamos echándole horas al gimnasio. Lo tenemos en nuestro edificio y vamos juntos a última hora, así que compartido es menos sufrimiento.
Un mes y medio viviendo aquí y ya empezamos a sentirnos en casa. Y estar quedando con españoles ayuda mucho. Tenemos la suerte de estar conociendo a gente excepcional que sabemos (se nos da bien el arte de la intuición) que se convertirán en buenos amigos. Porque cuando vives fuera de tu país la empatía con los que sientes como tuyos se multiplica. Y los españoles sabemos disfrutar de estar juntos.
Qué tienes preparado, septiembre. Estoy deseando exprimirte. Y compartirlo contigo, que me lees al otro lado.
Gracias por estar ahí. La próxima semana, más ♥